El síndrome de Asperger es un trastorno de la familia del autismo. Algunos lo llaman autismo de alto funcionamiento, porque presenta síntomas semejantes a los del autismo clásico —o de Kanner—, pero a diferencia de éste, el cociente intelectual es normal o superior. Aunque lo identificó por primera vez el pediatra y psiquiatra austríaco Hans Asperger en el año 1944, no fue reconocido de manera oficial en todo el mundo hasta 1993. Esto hace que aún hoy en día su conocimiento no esté suficientemente generalizado, más allá de los especialistas en trastornos autistas.
Tiene en común con el autismo clásico las dificultades en las relaciones sociales y la comunicación no verbal (por ejemplo, mantener el contacto visual, interpretar las actitudes), la absorción en el propio mundo, la obsesión por la rutina y los intereses específicos, el rechazo al cambio, la atención a los detalles por encima de la idea global, los problemas de imaginación, y la hipersensibilidad sensorial (a determinados ruidos, sabores o texturas), entre otros.
Las capacidades intelectuales de los Asperger les permiten, con el tiempo, adoptar estrategias alternativas para suplir algunas de sus carencias. Ello hace que, aunque el Asperger, como el autismo clásico, permanece toda la vida, muchos adultos con Asperger llevan una vida aparentemente normal y su condición puede parecer una simple rareza de carácter.
Una Mente Distinta
Se considera que los síntomas del Asperger son debidos a una estructura del cerebro diferente (pero no defectuosa) que lo hace más adecuado para trabajar con objetos que con personas. El aspecto positivo es que entre los Asperger hay personas que destacan en terrenos como la informática, la ingeniería, y la ciencia (como algunos premios Nobel y personajes célebres), y también suelen tener un sentido más elevado de la justicia y la honradez. La parte negativa es que no disponen de la capacidad innata para ponerse en el lugar de otro (empatía emocional) ni para entender el lenguaje social (sólo el formal),
lo que les impide una correcta interrelación y les hace parecer poco expresivos, reservados, aburridos, y como si no tuvieran interés por los demás.
Las personas con Asperger presentan también una frecuencia mayor de otras condiciones (que se dan también en personas neurotípicas). Algunas de las más frecuentes (además de trastornos de ansiedad y depresión) son la prosopagnosia (dificultad para reconocer las caras de las personas) y la sinestesia (mezcla de sentidos diferentes, por ejemplo, los números o los sonidos son vistos de colores determinados).
De la Ocultación a la Cultura Aspie
Es muy importante detectar el Asperger en la infancia, para poder evitar los aspectos traumáticos, adaptar la enseñanza al tipo especial de aprendizaje de estos niños y niñas, y prevenir problemas posteriores. Sin embargo, la realidad es que muchos adultos con Asperger no han sido nunca diagnosticados y desconocen la razón de lo que les sucede. Intentan, con más o menos éxito, simular que son normales, y este esfuerzo continuado les supone muchas veces problemas diversos, especialmente ansiedad y depresión. Un estudio reciente realizado en Gran Bretaña, ha detectado entre los adultos un 1,8% de hombres y un 0,2% de mujeres con Asperger. La mayoría de estas personas nunca habían sido diagnosticadas.
Aunque en nuestro país el Asperger todavía es poco conocido, incluso por parte del estamento médico y docente, en otros países está empezando a desarrollarse una cultura Aspie (los que tienen Asperger se denominan a sí mismos Aspies, y a los normales les llaman Neurotípicos). En internet hay multitud de forums Aspie, algunos de ellos con miles de miembros y centenares de mensajes diarios. Los Aspies consideran que la neurodiversidad es una riqueza que hay que conservar. Los genes que causan el Asperger, y el autismo en general, son los mismos que han permitido a la humanidad el progreso en la ciencia. Aspies y neurotípicos son complementarios. No se puede pretender hacer actuar a un Aspie como actúa un neurotípico, sino que se deben entender las diferencias y construir un mundo en el que unos y otros puedan convivir.
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